miércoles, 17 de octubre de 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

jueves, 11 de octubre de 2012

uncertain fallow memory


Olvidé las palabras [...] teixera, l.leirón, poula, l.lavaza, formigueiro, l.lugar, pruida, padana. Y no sé si podré recuperarlas. Alfonso López Alfonso, El tiempo baldío, “Al otro lado”

Olivia Boudreau, Intérieur

oponer a la pertenencia a un pueblo una mirada recelosa por la advertencia de su carácter cerrado y claustrofóbico: esa que le atribuye una vida sujeta al-qué-dirán; considerar que su antídoto podría estar atrapado en otra frase hecha como ande-yo-caliente,-ríase-la-gente. en consecuencia, dudar al asociar la segunda frase con lo urbano aunque solo sea desde el punto de vista conceptual pero incluso: una ciudad se puede considerar como núcleo que se atomiza en distritos, barrios, bloques (atomización más notoria cuanto mayor es su tamaño) y en ellos puede perfectamente la vida estar sujeta al-que-dirán, dotada del carácter cerrado y claustrofóbico inicialmente presupuesto a un pueblo.

Así que estoy tentado a decir que, en el fondo, lo único que diferencia la ciudad del campo es el grado de intimidad con que se hacen las cosas. Estoy tentado a decirlo y no lo digo porque sé, quizá porque lo he leído en alguna parte, que en las grandes ciudades se puede llorar por la calle en perfecta intimidad.
Alfonso López Alfonso, El tiempo baldío, “En soledad”

Robert Ridgway, Color Standards and Color Nomenclature

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en cierto sentido, El tiempo baldío puede funcionar como contrapunto a La ciudad infinita pero solo considerando sus contextos, porque lo mismo da que el autor rastree imágenes rurales o urbanas si el objeto es encaminarse al encuentro consigo mismo tras las propias raíces, rescatando ramificaciones. a nivel general, sin embargo, la voz de El tiempo baldío estaría más próxima a la de La familia de mi padre con la diferencia de que en El tiempo baldío ésta se quiebra en el último relato: una sucesión de tópicos prescindible que, superado el desconcierto inicial, resta confianza y hasta credulidad a todo el texto precedente, deslegitimándolo. es más, cuando finalizamos el libro, la voz ha perdido su tono diferencial modulándose como ejercicio escolar cuya ficcionalidad resulta devastadora para la unidad de la obra.

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Yael Davids

a fin de cuentas, da igual. se me quita el mal sabor de boca con el trazado inconsciente de una ruta retrospectiva de lectura dirigida, siguiendo un criterio literario, a Memorias dun neno labrego vía Fisteus era un mundo.

El caso es que siempre acabo volviendo a lo mismo, [...] a todas aquellas palabras que tengo que esforzarme para recordar: tarriel.lu, cul.lada, fonte, val.le, mata queimada... Al final, a solas, siempre vuelvo a las palabras matadas por el tiempo y la mala memoria.
Alfonso López Alfonso, El tiempo baldío, “En soledad”

y en realidad, mirar atrás es atravesar las pupilas de Vacas y retroceder hasta A marela taravela donde unas merceditas enfangadas impregnan de olor lejanas imágenes de ingenuo bucolismo Palcolor

cuatro de cuarenta y nueve

si busco en mi memoria esa útlima fortaleza del alma, encuentro rostros detrás de los nombres.
Pilar García Elegido, Confluencias

miércoles, 10 de octubre de 2012

tres de cuarenta y nueve

Tarde o temprano tendremos que reconocer que somos intersección de conjuntos, en lugar de aferrarnos a una identidad excluyente. Será preciso asumir la complejidad de nuestra historia, contrapesar valores financieros con valores culturales, restituir su sentido más noble a la palabra especulación.
Santiago Auserón, “La deuda griega

martes, 9 de octubre de 2012

dos de cuarenta y nueve

Toda yo bajo las reminiscencias de tus ojos.
Quiero destruir la picazón de tus pestañas.
Alejandra Pizarnik, “Lejanía

lunes, 8 de octubre de 2012

una de cuarenta y nueve

Mientras recorre las mesas y estanterías de la librería, el lector compara nombres y títulos, contrasta opiniones propias con otras escuchadas aquí y allí, hace apuestas y formula hipótesis, evoca lecturas previas, palpa texturas y formatos, asocia marcas, símbolos y colores; sobre todo, descarta, rechaza, olvida hasta que, al fin, elige.
Antonio Ramírez, “Un lugar para la librería que viene

sábado, 15 de septiembre de 2012

suelo hidráulico

frente a la higiene hospitalaria de espacios diáfanos, una finca decimonónica construida para ser habitada y que una vez restaurada transmite ecos de su antigua vida se convierte en escenario para deambular

Indecisa, apenas articulada, se despierta la palabra. No parece que vaya a orientarse nunca en el espacio humano que va tomando posesión del ser que despierta lenta o instantáneamente. María Zambrano, Claros del bosque, “El despertar de la palabra

gold duct

decirse por la mirada: descubrimiento vicario de la vida en los pasillos del arte donde la imagen articula el carácter social o individual de la palabra: fragmento o detalle

La luna no hace sentir lo esférico de su cuerpo, ni aun su cuerpo: espejo. Y la realidad al pedir, siempre anda así también. Es una realidad esta que se suelta. Y su órbita más que su imagen es lo que de veras pide al hombre. María Zambrano, Claros del bosque, “El deslizarse de las imágenes”

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de los lugares de paso, apenas rastros de trayectos que siguen el curso de un río. leve memoria de mapeados básicos que unen rescatados puntos de referencia

gold duct

Dicen que hay bombillas que llevan años sin fundirse.
Cierto: antes las cosas se hacían para que durasen.
Harkaitz Cano, Compro oro, “Compro oro (2)

desde un balcón, miradas en fuga; agua salada contenida por el cristal saliva la línea de horizonte. “Un paisaje interior (Alucinación metafísica en La Rochelle)”:

Pero ¿a dónde quieres llegar con todo esto?
Tras tus huellas y esta suave espuma
de espárragos,
¿por dónde regresar hasta tu imagen?
Alberto Santamaría, Interior metafísico con galletas

gold duct

Y queda la nada y el vacío que el claro del bosque da como respuesta a lo que se busca. Mas si nada se busca, la ofrenda será imprevisible, ilimitada. Ya que parece que la nada y el vacío -o la nada o el vacío- hayan de estar presentes o latentes de continuo en la vida humana. María Zambrano, Claros del bosque