miércoles, 21 de diciembre de 2011

Christmas RealPlayer - Real

técnicamente, casi he cerrado el año. en esta ocasión la transición no es un mero trámite virtual y todo apunta a que lo que voy a archivar es casi un lustro analógico. con tanto empaquetado y trasvase A bordo del naufragio no he pasado de la p. 14 y ya no será este año cuando revise la proyección de El fin del mundo como obra de arte (Rafael Argullol) en Melancolía (Lars von Trier). apenas apuntar bajo la nieve de Javascript una frase real que recoge Fontcuberta en La cámara de Pandora:

Estaba orgullosísima, lo hice yo sola con el Photoshop. Lo criticó todo el mundo, pero yo estaba encantada de haber colocado a todos mis nietos en una sola foto. Entrevista de Mariángel Alcázar

y estos días refresca su actualidad



Los reyes mantienen su felicitación sobria. Una escena religiosa acompañada por sus firmas, sin ningún mensaje. Desde que en 2005 usaran una fotografía trucada por ordenador para felicitar la navidad, los monarcas han optado por escoger este tipo de estampas. Mabel Galaz, Iñaki Urdangarin, en la felicitación navideña de la Casa Real

cuando Su excelentísimo señor se dirige del Museo de Cera al portal



todo esto me ha descentrado, no me queda tiempo más que pa... (ni siquiera)

viernes, 2 de diciembre de 2011

zapper: zap (zapped, zapping)

afuera cae la nieve virtual y veo pasar aquí dentro el referred spam mientras escucho en el Hoy empieza todo a Christina (Rosenvinge, , Google bots) presentando Un caso sin resolver. es viernes cuando ESCRIBO pero ha sido el lunes por la mañana cuando he regresado a Alma, p. 124. me da tiempo de terminarlo antes de llegar al trabajo sin apresurarme aunque ya he empezado con cierta ansiedad La cámara de Pandora el día anterior, condenado a libro doméstico por su nula portabilidad. se presenta como continuidad de El beso de Judas. aunque tengo un buen recuerdo de su lectura es vago, así que lo ojeo por la tarde

Vivimos en un mundo de imágenes que preceden a la realidad. Los paisajes alpinos suizos nos parecen simples réplicas de las maquetas de los trenes eléctricos de cuando éramos niños [...]; en la realidad de nuestras vidas lo que nosotros anticipamos es el cadáver de muchas de las presunciones de nuestra cultura visual. Joan Fontcuberta, El beso de Judas, p. 71



una vez que finalizo el recorrido, me resulta inevitable que no resuene el eco de la reflexión de Fontcuberta sobre Alma. pensar: que el libro nos ubique en esa pérdida cuestionable derivada de la fricción entre nosotros y la imagen, se debe más a la dispersión y la ubicuidad a los que la representación nos somete; al desconcierto y la búsqueda más allá de roles y guiones (simulaciones). esa desorientación que lo imaginado proyecta sobre lo vivido mediante desfases, desgastes o aproximaciones desconcertantes que sin embargo son capaces de aproximarnos a algún tipo de ganancia digital

..., concuerda con el horror a la cámara y el rechazo generalizado a dejarse fotografiar, tan habitual en pueblos primitivos (y no tan primitivos) según aprecian los antropólogos. El temor a que la imagen nos robe el alma se halla enormemente extendido, incluso más allá de la superstición y la magia negra y puede adoptar múltiples variedades, desde las estatuillas del vudú hasta los espejos como objetos maléficos. Joan Fontcuberta, El beso de Judas, p. 30



NUESTRA CUNA no es ya más que esa ciudad eterna donde las ruinas yacen, capa sobre capa, en un gesto de circular totalidad. Nuestra cuna es esa otra ciudad petrificada en la gloria de un instante: Pompeya. Corte. Tajo. Interrupción. Cristina Rivera Garza, El escritor en Ciberia

tras el paso obligado por El beso de Judas vía Alma continuaré La cámara de Pandora (I always remember that book)

Ya no queda documento más que como alusión a lo que se consideraba un documento. Ya no quedan más que metadocumentos. Joan Fontcuberta, El beso de Judas



Bajo la escasa luz del wolframio, comienzas a reconocer tu habitación. Lo primero que ocupa tu pupila es un cuadro de Van Gogh que pusiste un día para que la habitación no fuera siempre la misma, y que quitarás un día para que la habitación no sea siempre la misma. Alberto Olmos, A bordo del naufragio, p. 14