Nada de lo que se hace a ciegas es inútil para ver. Chantal Maillard, Hainuwele y otros poemas, “La ofrenda”
si empiezo diciendo algo así como cuanto mayor pretendas hacer la distancia que separa un año de otro, menor terminarás por considerarla y hago el énfasis en la distancia, a algunos podría sonarles a anuncio de colonia Recuerdo que hace tiempo había un anuncio en televisión que empezaba En las distancias cortas... también podría prescindir del énfasis pero daría igual: me sonaría tan cierto el punto final Priceless® de la publicidad y sus comecocos rumbo a la feliz fusión como la insoportable gravedad del buscador_
¿ha de hablar el vaho
..........de todo aquello que calla
....................si no es qué (cuando) el silencio
lo aprisione entre las cuencas de sus ojos?
Neorrabioso, “Tres poemas de EDDIE (J. BERMÚDEZ)”
cuando no es tanto el ojo cuanto el párpado
la mano cóncava
el sol_
Supón que ves el hueco de la mano, supón ahora que quitas la mano y queda sólo el hueco. Belén Gopegui, La escala de los mapas
un libro
una imagen_
Uno nunca sabe dónde ellas –las imágenes- habitarían más cómodas. Quizás en los rebotes de la luz entre las cosas, entre los seres del mundo –acaso flotando en la inmemoria de la nada, reverberando en las durezas que restan en lo ciego. Quizás mejor en las proyecciones que como fogonazos de deseo produce en la oscuridad nutricia del pensamiento la querencia del estar, del ser, para los hombres. José Luis Brea, “Una imagen es una imagen es una imagen (tres escenarios)”
susurros
un hilo
luz negra
Luz negra del arte, luz ciega. Resplandor breve que, como aura oscura, asalta desde el reverso de un interior que no se tiene a sí mismo sino como eco completo y vacío del afuera – corte ciego en una trama infinita cuyo no lugar suspende en ecuación singularísima, concreta. José Luis Brea, Un ruido secreto, “Sol negro -La luz del arte-”
blancura ciega
Para volver a dar con el camino hacia la cama encendí la vela. A mi alrededor, la oscuridad se hizo más densa e impenetrable. Miré fascinada la mecha ardiente y negra que se erigía orgullosa en mitad de la llama. El fuego la envolvía y parecía no tocarla. El cuerpo de la vela dejaba transparentarse un pálido resplandor blanco, como si tuviera otro fuego alojado en su interior. No era una llama, ni siquiera una luz, era más bien una mancha delicada, una sombra blanca que no podía percibirse sino en plena noche y que no hería los ojos; una blancura ciega, no cegadora. Catherine François, El árbol ausente
un árbol_(ausente)
Como si de un árbol hueco quitásemos el árbol, como si de una pared hueca quitáramos la pared o de un armario quitásemos la madera y la barra con perchas y ropa colgada. Belén Gopegui, La escala de los mapas
Quien dice hohl ("hueco", "vacío") está tocando la raíz. De la palabra hohl surgen tanto Heil ("salud", salvación") como Hölle ("infierno"), y en inglés se escribe tanto hole ("vacío") como whole ("total"). El que dice hohl habla de la totalidad. Vilém Flusser, Filosofía del diseño. La forma de las cosas, “Ollas”
aquella imagen
un post
esta imagen:
en el detalle, la fractura y la enmienda de lo frágil en lo cotidiano: sobre lo que (no) era y (no) es, sobre quien (no) se era y (no) se es o ¿la incapacidad infantil de reconocer a la abuela en la joven que fue »-¿Y ahora quién es? -Y me dijo: “Fíjese: en este ¿Ahora quién es? radica el enigma de una vida”»? (not sure!). mirada extrañada a las sopas de pan o tal vez decirse hay algo en la palabra vajilla que la aleja de lo diario
NO real flowers would give of themselves
as these do, the soft tips of their petals
easing out under the painted gold borders,
then bleeding into puffs of blue, and the aunt
who in her old age gave me these cups
and saucers, the plates, bread plates and platters
the gravy boat, and the big covered bowl
that for seventy years she brought to her table
heaped high with buttercup potatoes,
she too, like one of these soft blue flowers,
has slipped beyond the thin line at the edge.
I lift this cup to her. Flow, blue. Ted Kooser, Delicias y sombras, “FLOW BLUE CHINA”
a la misma velocidad que la aproxima a otros términos
cosas, objetos_
vano1, na. (Del lat. vanus.) adj. Falto de realidad, sustancia o entidad. || 2. Hueco, vacío o falto de solidez. || 3. Dícese de algunos frutos de cáscara cuando su semilla o sustancia interior está seca o podrida. || 4. Inútil, infructuoso o sin efecto. || 5. Arrogante, presuntuoso, envanecido. || 6. Insubsistente, poco durable o estable. || 7. Que no tiene fundamento, razón o prueba. || 8. fig. y fam. V. cabeza vana. || 9. m. Arq. Parte del muro o fábrica en que no hay sustentáculo o apoyo para el techo o bóveda; como son los huecos de ventanas y puertas y los intercolumnios. || en vano. loc. adv. Inútilmente, sin logro ni efecto. || 2. Sin necesidad, razón o justicia. || una ~ y dos vacías. 1. expr. coloq. U. para advertir a quien habla mucho y sin sustancia.
desmig_ada
automatismo del día a día
de la alacena a la mesa a las manos_
gozne
A veces miraba las ventanas cuando estaba en la calle. Me sorprendía entonces no reconocer las mías enseguida, pero nada las distinguía de las demás. En la escalera, los buzones tenían nombre, en cada planta había un número en la pared y una letra sobre cada puerta, pero las ventanas se sucedían en un orden que lo confundía todo. Parecían una misma palabra repetida sin cesar o bien pequeñas explosiones de silencio. [...]
Poco después se abría una ventana y aparecía una cabeza, como un animal saliendo de un agujero. En ese mismo momento me acordaba de que en el interior de ese agujero había otros agujeros: los cuartos, y en los cuartos, los armarios con sus cajones, sus cajas, sus frascos, todo un mundo de receptáculos, que estaba, como la casa o el edificio entero, hecho de vacíos que cada cual llenaba a su manera. ¿No se levantaban también los edificios sobre los huecos del sótano, sobre aquel corredor parecido a una calle subterránea que sólo el vigilante conocía?. Catherine François, El árbol ausente
cuatro paredes
Con todo, debemos admitir una extraña ambivalencia ontológica de las paredes: vistas desde dentro, están dadas, vistas desde fuera, están hechas por el ser humano. (Es ésta una diferencia entre el habitante de las cavernas y nosotros: él no podía ver sus paredes por fuera, carecía de “distancia filosófica”.) Nosotros podemos salir de nuestras cuatro paredes y ver no sólo el mundo exterior, sino también nuestras propias cuatro paredes. Somos seres reflexivos y especulativos. Por eso podemos hacer algo que el cavernícola no podía: desarrollar una filosofía de la cultura. Y la cultura se nos aparece bajo la forma de una colección siempre creciente de cosas, que ponemos frente a las cuatro paredes de nuestra morada, para tapar su desnudez y ocultar el hecho de que nos están dadas. A veces, esas cosas, que constituyen la cultura, ocultan algo más que la mera desnudez de las paredes. Vilém Flusser, Filosofía del diseño. La forma de las cosas, “Paredes desnudas”
bajo techo
La casita se llama Tractatus. Es un nombre que trata de embrollarnos. Pues, al entrar en la casa, constatamos inmediatamente que aquí nadie trata de agasajarnos. Muy al contrario, éste es un lugar de imágenes reflejadas. La casa está apoyada sobre seis pilares, que se sostienen unos a otros mediante travesaños ordenados jerárquicamente. Mas en el centro se yergue un séptimo pilar, que tiene la función de romper el edificio y desgajarlo del suelo. Así pues, la casa, en todas sus esquinas, ángulos y junturas, se mantiene protegida, acorazada e inexpugnable. Y sin embargo, precisamente por esa razón, amenaza con derrumbarse y desaparecer sin dejar rastro: condenada desde el principio, nada más empezar.
El edificio está asentado: las proposiciones que lo componen lo asienten y lo asientan. Cada proposición presupone todas las anteriores, y ella misma está presupuesta en todas las proposiciones siguientes. Proposición tras proposición va entrando el visitante en las supuestas habitaciones, y su pie se apoya en consistencias. Y de golpe, con una proposición, con una única proposición, se retira el suelo bajo los pies. El intruso se precipita en el pozo sin fondo de lo insondable. Vilém Flusser, Filosofía del diseño. La forma de las cosas, “Arquitectura wittgensteiniana”
L’utilisateur de l’hypertexte, lui, pratiquerait plutôt la plongée sous-marine. Il se met à l’eau, il se faufile entre les récifs et les coraux, il est en chasse. Car parcourir un hypertexte, c’est être partie prenante d’un système qui se reconfigure à chaque déplacement, un système mouvant dont on n’a jamais de vue globale mais seulement une vue locale. À chaque mouvement se découvre un nouveau paysage, de nouvelles perspectives, de nouvelles invitations à poursuivre le voyage. Jean Clément, Hypertexte et complexité, “Hypertexte et mapping de l'information”