Indecisa, apenas articulada, se despierta la palabra. No parece que vaya a orientarse nunca en el espacio humano que va tomando posesión del ser que despierta lenta o instantáneamente. María Zambrano, Claros del bosque, “El despertar de la palabra”
decirse por la mirada: descubrimiento vicario de la vida en los pasillos del arte donde la imagen articula
La luna no hace sentir lo esférico de su cuerpo, ni aun su cuerpo: espejo. Y la realidad al pedir, siempre anda así también. Es una realidad esta que se suelta. Y su órbita más que su imagen es lo que de veras pide al hombre. María Zambrano, Claros del bosque, “El deslizarse de las imágenes”
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de los lugares de paso, apenas rastros de trayectos que siguen el curso de un río. leve memoria de mapeados básicos que unen rescatados puntos de referencia
Dicen que hay bombillas que llevan años sin fundirse.
Cierto: antes las cosas se hacían para que durasen.
Harkaitz Cano, Compro oro, “Compro oro (2)”
desde un balcón, miradas en fuga; agua salada contenida por el cristal saliva la línea de horizonte. “Un paisaje interior (Alucinación metafísica en La Rochelle)”:
Pero ¿a dónde quieres llegar con todo esto?
Tras tus huellas y esta suave espuma
de espárragos,
¿por dónde regresar hasta tu imagen?
Alberto Santamaría, Interior metafísico con galletas
Y queda la nada y el vacío que el claro del bosque da como respuesta a lo que se busca. Mas si nada se busca, la ofrenda será imprevisible, ilimitada. Ya que parece que la nada y el vacío -o la nada o el vacío- hayan de estar presentes o latentes de continuo en la vida humana. María Zambrano, Claros del bosque