La temporalidad de los mapas, de los significados, sólo disuelve la extrañeza –y nos condena en extrañamientos– cuando, paradójicamente, niega el tiempo; de lo contrario, la constituye y constituye nuestra mirada como una mirada extrañada. Los tiempos son también lugar de la identidad extrañada de la figura que somos. Carlos Thiebaut, "La identidad extrañada. Mapas, tiempos, figuras"
desenterrada al socavar a tientas la memoria ahogada de segunda mano
En un texto en el que rastreaba la naturaleza fantasmática de la imagen poética, Giorgio Agamben escribía: "tenemos todavía que acostumbrarnos a pensar el 'lugar' no como algo espacial, sino como algo más originario que el espacio; tal vez, según la sugerencia de Platón, como una pura diferencia." Octavi Comeron, "Arte y postfordismo"
desde la ventana, apenas lo que dura una estación, no llegué a comprender el atractivo de vigilar una obra. tampoco recuerdo de esos meses más que aquel salón, nunca vuestro
...tal vez la escritura sólo penetra en lugares prácticamente humanos (las cajas de galletas de la infancia de mis amigos, Trailer Park Neptuno, cuadrado rojo) y que es difícil detectarla. Lolita Bosch, Ahora, escribo
jugar a saldar una deuda espacial y apresar la inocencia
Lo que seamos cada uno no puede ser ni el lugar en el que fuimos ni tampoco el lugar en el que somos. No somos ni una calle presente ni una calle recordada, ni un gesto que hacemos ni un gesto que hicimos y que descubrimos con el trabajo preciso de la memoria. La memoria y el presente –lo que vemos en ambos– están poblados de figuras que parecieran ser, precisamente, esas identidades que los habitan: las identidades que pueblan las calles son esos gestos, esas maneras, esas acciones. Carlos Thiebaut, "La identidad extrañada. Mapas, tiempos, figuras"
y además de estos recortes salpicados por gotas que magnifican determinados momentos de paisajes no tan cotidianos pero arraigados se me aparecen con una nitidez de tacto analógico e inmaterialidad digital domingos soleados por la mañana desde el sendero de un monte (recorridos sin objetivo, en ocasiones vigilados por una antena)