lunes, 22 de octubre de 2012

doce de cuarenta y nueve

Hablas y no te reconoces en ninguna voz. Sabes que dispones de las múltiples voces a través de las cuales hablan tus múltiples fragmentos. Y que esta multiplicidad –la que construye los intervalos que se hallan entre las diferentes voces, entre sus diferentes registros– es aquello que te define con más exactitud. Sabes que es el espacio vacío que recorres cuando juegas, cuando te dejas llevar por la negra danza zigzagueante de la sutura, lo que constituye tu identidad. Octavi Comeron, “Frankenstein: Una condición