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viernes, 20 de diciembre de 2024

la eternidad digital

ah, la Navidad: ya está aquí la Navidad
Miriam Elia, We Do Christmas
me choca el punto de nostalgia de Marta Peirano no por su convencimiento à la Proust sino porque destila un sentir random RANDOM cuando la saborea o será porque estoy más cerca de lo que dice Juana Fernández cuando se cuestiona la carga de home que se le otorga a la palabra casa (léase house) en estas fechas, condicionada por un slogan publicitario de esa marca de turrón con nombre de árbol que los más jóvenes no recordaréis: «Es una de las marcas emblemáticas de turrón posicionada como especialista en almendra, de calidad superior, y con una alta notoriedad debido al lema de sus campañas publicitarias desde 1974 -“Vuelve a casa por Navidad ”-,...».
Miriam Elia, We Do Christmas
pero mi yo nostálgico adopta una posición más incómoda (contradictoria): es algo que podríamos nombrar como el arrebato Duras
Cada final de verano parezco una idiota que no comprende lo que ha ocurrido, aunque sí comprende que es demasiado tarde para vivirlo. Si hay algo que sé hacer es mirar el mar, poca gente ha escrito sobre el mar como lo he hecho yo en El verano del 80. Así es: el mar en El verano del 80 es lo que no he vivido, es lo que deposité en un libro porque no habría podido vivirlo. Este paso del tiempo siempre ha sido igual toda mi vida. Durante toda mi vida.
Marguerite Duras, La vida material
de Sara Navas; ella lo explica así: «Lo que más me gusta de la Navidad es que se acaba. También que sé que el año que viene volverá.» dándole un punto absolut Nagori y trayendo el momento verano del 80 de MD a Navidad. por mi parte, yo adoptaría el título del artículo de Laura Fernández Feliz irrealidad como santo y seña de la temporada: dramática, en cualquier sentido de la palabra: «..., porque de lo que se trata es de creer en cualquier cosa que nos aleje de la realidad durante un tiempo, y fingir que todo está siendo distinto, y tomar, por qué no, conciencia de nuestro poder para alterar el orden, cualquier orden.» y escucharía a Rodrigo García para terminar con el verdadero drama impostado, con la auténtica Angélica en tono confesional comentando un suceso de hace 25 años, el día siguiente a Reyes
Tales improperios, a la larga, resultaron más degradantes sin duda para el que los arrojó que para mi persona. Pero dolió, dolió. Es una de las propiedades de la palabra: el doler. También duelen los insultos de un cerdo, incluso el rechazo de un cabrón duele. Duele. Fue doloroso. Me hizo llorar. Yo era pobre como las ratas en ese momento y me hizo llorar. Publicó la infamia el 7 de enero de 2000, y la republicó en su blog el 13 de febrero de 2012, cinco meses antes de entregar su último, alcohólico y putrefacto aliento, como si no quisiera morirse sin legar sus insultos a la eternidad digital.
Angélica Liddell, Caridad

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Christmas RealPlayer - Real

técnicamente, casi he cerrado el año. en esta ocasión la transición no es un mero trámite virtual y todo apunta a que lo que voy a archivar es casi un lustro analógico. con tanto empaquetado y trasvase A bordo del naufragio no he pasado de la p. 14 y ya no será este año cuando revise la proyección de El fin del mundo como obra de arte (Rafael Argullol) en Melancolía (Lars von Trier). apenas apuntar bajo la nieve de Javascript una frase real que recoge Fontcuberta en La cámara de Pandora:

Estaba orgullosísima, lo hice yo sola con el Photoshop. Lo criticó todo el mundo, pero yo estaba encantada de haber colocado a todos mis nietos en una sola foto. Entrevista de Mariángel Alcázar

y estos días refresca su actualidad



Los reyes mantienen su felicitación sobria. Una escena religiosa acompañada por sus firmas, sin ningún mensaje. Desde que en 2005 usaran una fotografía trucada por ordenador para felicitar la navidad, los monarcas han optado por escoger este tipo de estampas. Mabel Galaz, Iñaki Urdangarin, en la felicitación navideña de la Casa Real

cuando Su excelentísimo señor se dirige del Museo de Cera al portal



todo esto me ha descentrado, no me queda tiempo más que pa... (ni siquiera)

viernes, 18 de marzo de 2011

paisaje, paisaje, paysage, paisaje, paisaje, paisaje, paisaje, paysage

con cierta extrañeza, veo desplazarse de febrero a marzo el carnaval. y aunque aquí su supervivencia se me hace cada vez más sigilosa e imperceptible, al mirar atrás no sé muy bien qué pensar. porque he comido fresas y turrón viendo caer nieve, el 14 de febrero Nacho Vegas presentaba un disco de desamor en el que, si ella Narciso «al tocar tierra, la lluvia se vuelve barro, lo llaman ruptura pero es desgarro» (rima consonante)



...el paisaje de las influencias, de las filiaciones o de las herencias, de las resistencias también, seguirá siendo siempre atormentado, laberíntico o abismal,... Jacques Derrida, "Discurso en Frankfurt por el premio Theodor W. Adorno"

..., escribe Adorno en este fragmento de los Minima Moralia



Una cierta dosis de ingenuidad es, pues, siempre exigible al hombre para que llegue a ser verdaderamente hombre, lo que sucede sólo cuando consiente en interiorizar algunos límites a su vida, aquellos que estime propios e informadores de su personalidad, y abandona ese mar sin riberas en el que flota la adolescencia. Javier Gomá, Ingenuidad aprendida

*

leo el rostro como muestrario de gestos: mapa de expresiones fugaces, paisaje da igual (sorpresas temores pesares risas roces llantos amores dolores) sin embargo cuando miro la imagen del mundo ps desincrustada, no soy yo sino Tren de sombras y no es a Guerin a quien yo veo sino al espectro de Le Thuit



Paysage.- El defecto del paisaje americano no está tanto, como quiere la ilusión romántica, en la ausencia de recuerdos históricos como en que la mano no ha dejado ninguna huella en él. Ello no se refiere simplemente a la falta de campos cultivados, a los espacios salvajes, sin roturar y a menudo cubiertos de boscaje, sino ante todo a las carreteras. Estas siempre aparecen imprevistamente dispersas por el paisaje, y cuanto más lisas y anchas son, tanto más insustancial y violenta resulta su resplandeciente superficie en contraste con el entorno excesivamente agreste. Carecen de expresión. Como no conocen ninguna huella de pies o ruedas, ningún tenue sendero a lo largo de sus márgenes como transición a la vegetación, ningún camino hacia el valle, prescinden de lo amable, apacible y exento de angulosidad de las cosas en las que han intervenido las manos o sus útiles inmediatos. Es como si nadie hubiera paseado su figura por el paisaje. Un paisaje desolado y desolador. Lo cual se corresponde con la forma de percibirlo. Porque lo que el ojo apresurado meramente ha visto desde el coche no puede retenerlo y se pierde dejando tan escasas huellas como las que llega a percibir. Theodor W. Adorno, Minima moralia, "Paysage"

*

aquellos gestos surcan la piel, convertida la cara en muestrario de todas esas expresiones fugaces