con cierta
extrañeza, veo desplazarse de febrero a marzo el carn
aval. y aunque aquí
su supervivencia se me hace cada vez más sigilosa e
imperceptible, al mirar
atrás no sé muy bien qué pensar. porque he comido
fresas y
turrón viendo caer
nieve,
el 14 de febrero Nacho Vegas presentaba un disco de
desamor en el que, si
ella Narciso «al tocar tierra, la lluvia se vuelve
barro, lo llaman ruptura pero es
desgarro» (
rima consonante)
...el paisaje de las influencias, de las filiaciones o de las herencias, de las resistencias también, seguirá siendo siempre atormentado, laberíntico o abismal,... Jacques Derrida, "Discurso en Frankfurt por el premio Theodor W. Adorno"
..., escribe Adorno en este fragmento de los Minima Moralia
Una cierta dosis de ingenuidad es, pues, siempre exigible al hombre para que llegue a ser verdaderamente hombre, lo que sucede sólo cuando consiente en interiorizar algunos límites a su vida, aquellos que estime propios e informadores de su personalidad, y abandona ese mar sin riberas en el que flota la adolescencia. Javier Gomá, Ingenuidad aprendida
*
leo el
rostro como muestrario de gestos: mapa de
expresiones fugaces,
paisaje da igual (
sorpresas temores pesares risas roces llantos amores dolores)
sin embargo cuando miro
la imagen del mundo ps desincrustada,
no soy yo sino
Tren de sombras y
no es a Guerin a quien yo veo
sino al espectro de Le Thuit
Paysage.- El defecto del paisaje americano no está tanto, como quiere la ilusión romántica, en la ausencia de recuerdos históricos como en que la mano no ha dejado ninguna huella en él. Ello no se refiere simplemente a la falta de campos cultivados, a los espacios salvajes, sin roturar y a menudo cubiertos de boscaje, sino ante todo a las carreteras. Estas siempre aparecen imprevistamente dispersas por el paisaje, y cuanto más lisas y anchas son, tanto más insustancial y violenta resulta su resplandeciente superficie en contraste con el entorno excesivamente agreste. Carecen de expresión. Como no conocen ninguna huella de pies o ruedas, ningún tenue sendero a lo largo de sus márgenes como transición a la vegetación, ningún camino hacia el valle, prescinden de lo amable, apacible y exento de angulosidad de las cosas en las que han intervenido las manos o sus útiles inmediatos. Es como si nadie hubiera paseado su figura por el paisaje. Un paisaje desolado y desolador. Lo cual se corresponde con la forma de percibirlo. Porque lo que el ojo apresurado meramente ha visto desde el coche no puede retenerlo y se pierde dejando tan escasas huellas como las que llega a percibir. Theodor W. Adorno, Minima moralia, "Paysage"
*
aquellos gestos surcan la piel, convertida la cara en muestrario de todas esas
expresiones fugaces