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martes, 28 de marzo de 2023

Bic cristal Prunus armeniaca

cuando Sam Taylor-Wood cambia el bolígrafo de Still Life por un albaricoque en A Little Death es consciente de la particular desazón que provoca una modificación tan pequeña:
Japanese Still Life with Peaches
lo que podría parecer un objeto de atrezzo es una fruta real, incorrupta y solitaria como la hoja de un relato lejano en el tiempo que emerge entre las palabras de tradiciones orientales recién publicadas en español
26 Existe una costumbre denominada ki-nagori, «nagori en el árbol», que consiste en dejar un único fruto en el árbol durante la cosecha de los yuzus, las mandarinas o los caquis. La superstición puede tener varias explicaciones: se deja un fruto simbólico, bien para los pájaros, bien para desear que el árbol rinda el año siguiente (costumbre también llamada kimamori, «guardián del árbol»), bien para que la especie resulte aún reconocible, o bien para asistir hasta el final a los efectos de la estación. Ryoko Sekiguchi Nagori
alejándose por un momento de su foco, Ryoko Sekiguchi, con un razonamiento convincente, reconoce que
La comida industrial reconforta nuestra frágil vida, rodeada de estaciones inestables, porque nos promete que nada cambiará aunque el tiempo avance sin piedad. La comida industrial no conoce el nagori ni tampoco la nostalgia. Nos brinda una posibilidad de refugio, una madriguera cómoda y siempre idéntica a sí misma. Ryoko Sekiguchi Nagori
para finalizar con la sensación de que el desarrollo de estas líneas de resistencia a la putrefacción y otros procesos arrastra fuera de su territorio a comunidades integradas en el medio como la ayorayoreo-totobigosode a quien Paz Encina da voz en Eami:
Paz Encina, Eami
dejarse llevar por la particular materialización del recuerdo llevada a cabo por la directora en este documento poético constituye un buen ejercicio de empatía

*

Constantin Brancusi (1913, 1920)

The Baby's Head, Brancusi (1913)
Recorridos sensoriales que se esculpen en nuestras retinas al tacto de la mirada, siglo XX a través.

*

Barbara Hepworth (1935, 1971)

Sí:
[…] Que el poema
se vaya
que
desaparezca
arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo
inexistente
Ada Salas Arqueologías

viernes, 18 de marzo de 2011

paisaje, paisaje, paysage, paisaje, paisaje, paisaje, paisaje, paysage

con cierta extrañeza, veo desplazarse de febrero a marzo el carnaval. y aunque aquí su supervivencia se me hace cada vez más sigilosa e imperceptible, al mirar atrás no sé muy bien qué pensar. porque he comido fresas y turrón viendo caer nieve, el 14 de febrero Nacho Vegas presentaba un disco de desamor en el que, si ella Narciso «al tocar tierra, la lluvia se vuelve barro, lo llaman ruptura pero es desgarro» (rima consonante)



...el paisaje de las influencias, de las filiaciones o de las herencias, de las resistencias también, seguirá siendo siempre atormentado, laberíntico o abismal,... Jacques Derrida, "Discurso en Frankfurt por el premio Theodor W. Adorno"

..., escribe Adorno en este fragmento de los Minima Moralia



Una cierta dosis de ingenuidad es, pues, siempre exigible al hombre para que llegue a ser verdaderamente hombre, lo que sucede sólo cuando consiente en interiorizar algunos límites a su vida, aquellos que estime propios e informadores de su personalidad, y abandona ese mar sin riberas en el que flota la adolescencia. Javier Gomá, Ingenuidad aprendida

*

leo el rostro como muestrario de gestos: mapa de expresiones fugaces, paisaje da igual (sorpresas temores pesares risas roces llantos amores dolores) sin embargo cuando miro la imagen del mundo ps desincrustada, no soy yo sino Tren de sombras y no es a Guerin a quien yo veo sino al espectro de Le Thuit



Paysage.- El defecto del paisaje americano no está tanto, como quiere la ilusión romántica, en la ausencia de recuerdos históricos como en que la mano no ha dejado ninguna huella en él. Ello no se refiere simplemente a la falta de campos cultivados, a los espacios salvajes, sin roturar y a menudo cubiertos de boscaje, sino ante todo a las carreteras. Estas siempre aparecen imprevistamente dispersas por el paisaje, y cuanto más lisas y anchas son, tanto más insustancial y violenta resulta su resplandeciente superficie en contraste con el entorno excesivamente agreste. Carecen de expresión. Como no conocen ninguna huella de pies o ruedas, ningún tenue sendero a lo largo de sus márgenes como transición a la vegetación, ningún camino hacia el valle, prescinden de lo amable, apacible y exento de angulosidad de las cosas en las que han intervenido las manos o sus útiles inmediatos. Es como si nadie hubiera paseado su figura por el paisaje. Un paisaje desolado y desolador. Lo cual se corresponde con la forma de percibirlo. Porque lo que el ojo apresurado meramente ha visto desde el coche no puede retenerlo y se pierde dejando tan escasas huellas como las que llega a percibir. Theodor W. Adorno, Minima moralia, "Paysage"

*

aquellos gestos surcan la piel, convertida la cara en muestrario de todas esas expresiones fugaces